Ofrenda Andina

Siempre que nos visita nuestro amigo Don Luis Machaca de la remota aldea andina de Japu cerca de Q’eros, le pedimos que haga una ofrenda a la Pachamama (Madre Tierra) y a los Apus (espíritus tutelares que habitan los picos de las montañas) en nuestro nombre. Don Luis es un especialista en rituales muy respetado y las ceremonias que hemos realizado con él son hermosas.
Su última visita fue hace solo dos semanas y nos trajo papas de su chaqra (campo de cultivo) como regalo. Hicimos arreglos para que hiciera un despacho (ofrenda andina) con nosotros a la mañana siguiente. Es una manera tan hermosa de decir ‘gracias’ a la Madre Tierra por todos sus abundantes dones. Una ofrenda debe ser arreglada estéticamente como un plato de comida sobre un pedazo de papel colocado en un uncu ceremonial (tejido tradicional). Consiste en granos de maíz (el maíz es un alimento básico andino y esta planta sagrada está habitada por el espíritu de Mama Sara), semillas, nueces, granos (incluyendo quinua y kiwicha, hierbas, galletas, dulces (¡se dice que la Madre Tierra es golosa!) y pétalos de flores, así como k’intus (arreglo de tres hojas sanas) de coca, la planta más sagrada de los Andes.
Una ofrenda andina se basa en la idea del ayni (reciprocidad). Devolvemos a la Madre Tierra y a los elementos que nos alimentan un plato de comida arreglado como una obra de arte. Por lo tanto, la ofrenda debe ser atractiva y agradable para todos los sentidos. Todos los ingredientes tienen diferentes colores y texturas. No deben faltar los elementos simbólicos del dualismo andino, como las hojas e hilos qori (oro) y qolqe (plata), que representan a Tayta Inti (Padre Sol y elementos masculinos) y a Mama Killa (Madre Luna y elementos femeninos). Estas mitades complementarias se unen y se equilibran simbólicamente  en la ofrenda. Por lo general, también hay un poco de untu (grasa de llama) que representa la fuerza vital (las llamas son ciertamente la columna vertebral tradicional de la economía de las alturas), así como algodón y confeti de color arco iris (el k’uichi o arco iris representa un puente a otras dimensiones).
A veces, los elementos de la chuqchi mesa (pequeños símbolos de metal) se utilizan para orar por la manifestación de deseos específicos, como un viaje sin novedad, un matrimonio exitoso, una buena cosecha u otros.
Una parte importante de la ofrenda es la invocación de todos los principales Apus de la zona, tanto como de los tirakuna, los sitios sagrados. Oramos a todos los elementos y pedimos la protección y el bienestar de todos ellos, incluidos los puntos cardinales, las fuentes de agua y la tierra.
Al final, Don Luis envolvió la ofrenda en un paquete, usando los hilos de oro y plata para atarla. Sin embargo, antes la ch’allamos (hicimos una libación) con un poco de vino. Envolvimos la ofrenda dentro del untu y luego Don Luis lo pasó sobre nuestros cuerpos diciendo oraciones. Por lo tanto, la energía de todos nosotros estuvo dentro del paquete.
Después de terminar nuestra ofrenda, fuimos todos al fondo del jardín y Don Luis comenzó a cavar un hoyo y luego preparó la leña para el fuego. Estuvimos listos para la segunda parte de la ceremonia. Durante la temporada seca, quemamos nuestras ofrendas (aunque las he enterrado en tiempos de sequía). De hecho, el Despacho debe quemarse (a pesar de las ch’allas de vino). Sólo cuando esto sucede podemos estar seguros de que la ofrenda fue aceptada en su enteridad por la Madre Tierra y los espíritus. Se veía perfecto. La ofrenda se quemó bien e hicimos algunas libaciones más sobre la fogata.
Haremos nuestra próxima ofrenda el 1 de agosto, que es el día de la Pachamama en los Andes, cuando le damos las gracias por todos los dones que nos brinda. Esa fecha cae al final de la temporada seca, cuando ya pasó la cosecha y ya se aran los campos de cultivo en preparación para sembrar los nuevos cultivos en septiembre. Ya anticipamos ansiosamente nuestra próxima ceremonia con Don Luis.

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